martes, 9 de septiembre de 2008

PINTUR AL ÓLEO Y PUBLICIDAD

PINTURA AL ÓLEO Y PUBLCIDAD
Sabemos que tanto la pintura al óleo como la publicidad se refieren a un modo de ver el mundo, a la adopción de actitudes determinadas frente a la propiedad, a las posesiones, en definitiva, a la expresión visual sobre lo material.

Es entonces que en el presente trabajo estableceremos comparaciones entre una obra del período barroco y un aviso publicitario actual, hallando elementos comunes en el lenguaje y elementos divergentes producto de los cambios del contexto.


Por un lado, nos encontramos con un atractivo retrato realizado por el pintor holandés Caspar Netscher donde se observa una dama luciendo una vestimenta recargada con un pronunciado escote y joyas. Por el otro, una publicidad de perfume de la firma Dior, muestra una bella y famosa actriz luciendo un lujoso peinado y un impactante vestido bordado.
Las posturas se asemejan ya que las mujeres están vistas frontalmente, con sus rostros orientados en sentido derecho y con los brazos flexionados sujetando el ropaje. Dichas posturas provocan una mirada sugerente con cierto aire de superioridad o provocación. Las siluetas rompen el fondo oscuro y neutro de la composición y la piel es resaltada con un fuerte fogonazo de luz.

De esta forma, a pesar de los distintos grados de insinuación, observamos la exposición de dos personajes deseables por los espectadores: dos mujeres seductoras, bellas, refinadas y de destacado status social. Las imágenes despiertan así la envidia del público y el deseo de algo que puede comprarse con dinero.
Sin embargo, adhiriendo a lo postulado por Berger, la pintura tiene como objetivo relatar y perpetuar la situación presente que atraviesa la cortesana y reforzar la visión que la dama tiene sobre sí misma. Es a través de este medio, que se celebra la propiedad privada, la posición que ocupa en la sociedad, las posesiones que debe tener acorde con el estilo de vida elevado y reconocido que lleva.

La publicidad, en cambio, promete transformar al consumidor en la persona que está exponiendo la pieza visual. Así, la primera se apoya en el tiempo presente y la segunda en un futuro prometido, en una felicidad alcanzable con la compra del producto protagonista, el perfume. Es la sociedad de consumo, la que enmarca y argumenta la posibilidad de cambiar la situación actual de insatisfacción que uno atraviesa con la compra de un objeto. La figura de Charlize Theron se nos presenta como un estereotipo de mujer que despierta la fascinación y la envidia social, y por lo tanto, el afán de adquisición de lo que ella está ofreciendo y usando.
En conclusión, podemos decir que vemos puntos de contacto entre la composición de la pintura al óleo y la publicidad, pero distintas propuestas para el receptor. La primera, se dirigía a las personas más importantes y privilegiadas que trabajan en el mercado, y la segunda, a los consumidores que forman parte de ese mercado capitalista. La publicidad vende la ilusión de alcanzar aquello que las obras de pintura buscaban perpetuar.

M. Celeste Torresi










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