
La pintura escogida pertenece al autor Francisco de Noya el cual fue contemporáneo al Neoclasicismo y pintará también durante el Romanticismo y el Realismo, esta obra, “La maja vestida”, data entre 1802 y 1805.
Si bien No se sabe, a ciencia cierta, quién es la retratada se cree que la obra de dicho autor se haya inspirada en la duquesa de Alba, cuya figura forma parte del ideal de belleza femenina de la aristocracia; tipo fino y elegante, huesos menudos, cintura breve y senos distanciados. Las formas del cuerpo de la maja son perfectas, sensuales e incitantes.
La hermosa mujer recostada placidamente en un lecho mira directamente al observador, descansando sobre un diván cubierto con un satén blanco, la joven se expone sin ruborizarse, y sin timidez y se haya iluminada de tal modo que su cuerpo resalta, infunde realidad de vida y permanencia.
Si bien No se sabe, a ciencia cierta, quién es la retratada se cree que la obra de dicho autor se haya inspirada en la duquesa de Alba, cuya figura forma parte del ideal de belleza femenina de la aristocracia; tipo fino y elegante, huesos menudos, cintura breve y senos distanciados. Las formas del cuerpo de la maja son perfectas, sensuales e incitantes.
La hermosa mujer recostada placidamente en un lecho mira directamente al observador, descansando sobre un diván cubierto con un satén blanco, la joven se expone sin ruborizarse, y sin timidez y se haya iluminada de tal modo que su cuerpo resalta, infunde realidad de vida y permanencia.

Es de este modo como hayamos que el lenguaje de la publicidad reposa en gran medida sobre el lenguaje de la pintura al óleo, hablando con la misma voz de las mismas cosas. La obra de arte citada en este caso denota riqueza y espiritualidad e implica que la compra propuesta es un lujo y un valor cultural, se transforman las relaciones del espectador propietario y se procura persuadir y halagar con ellas al espectador-comprador.
Salas Magalí
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