Desde la década del ´60, el video-arte es una de las formas más experimentada de trabajar en las artes visuales. Los video-artistas explotan al máximo las posibilidades que le ofrecen los avances tecnológicos y la facilidad que les permiten los recursos tecnológicos para divulgar sus productos.
Se trata de un tipo de arte que utiliza información de video y/o audio.
Se diferencia con el “cine” ya que no siempre cumple con las convenciones que se plantean en este. En el video-arte pueden o no participar actores, haber diálogos, guiones, entre otras convenciones.Se trata principalmente de un soporte de expresión artística, situado en el contexto contemporáneo. Este medio de comunicación permite introducir propuestas artísticas dentro de este nuevo formato (así como lo son las pinturas sobre un lienzo, la utilización de tecnologías permite a los.
La inserción de este nuevo arte en los nuevos medios de comunicación, permiten una nueva manera de comunicarse, y surge como un medio para comunicar y difundir las “expresiones del arte”.
Pero en los últimos años sobran motivos para decir que el video arte está en un proceso de des-definición.
Por un lado, la tecnología digital ha ensanchado su foco para confrontarlo con las nuevas formas digitales.
El video tiene que competir ahora con el net.art y los streaming media, la animación digital y los CDs interactivos.
La mayor parte de los festivales de video se han convertido en muestras de media art, ofreciendo al video como una más de sus atracciones. Y en las universidades la investigación en arte y tecnología también se ha mudado al campo de lo digital.
Por otra parte, el video ha florecido entre las artes visuales, pero su aproximación a menudo ignora la especificidad y la historia del video arte.
Los nuevos artistas visuales se mueven con soltura en el circuito de bienales y galerías, donde las video instalaciones se prefieren a las piezas monocanal, a diferencia de los video artistas tradicionales tienen dificultades para mover sus piezas.
Finalmente, la introducción del video en la industria del cine ha seducido a algunos video artistas a probar suerte en ese mundo.América Latina no es una excepción a este panorama. Las mismas tendencias se están desarrollando en el mundo del video arte regional, construido con dificultad durante los ochenta y los primeros noventa Arte y el Festival de Video del Cono Sur han desaparecido.Simultáneamente, un creciente número de artistas latinoamericanos están exhibiendo video en exposiciones individuales y colectivas en galerías y museos. Algunos de esos artistas han tenido una presencia sobresaliente en festivales, como Eder Santos y Lucas Bambozzi (Brasil), Gabriela Golder, Marcello Mercado y Charly Nijensohn (Argentina) o Manolo Arriola y Ximena Cuevas (Mexico), por mencionar sólo a unos pocos. Otros han oscilado entre festivales de video y exposiciones de artes visuales, como José-Alejandro Restrepo (Colombia), Carlos Trilnick (Argentina), Rosangela Renno (Brasil), José Antonio Hernández-Diez (Venezuela) o Lotty Rosenfeld (Chile).
Pero los artistas que mejor se mueven dentro del circuito son a menudo recién llegados, jóvenes creadores en el inicio de sus carreras o bien otros más curtidos que han empezado recientemente a hacer video.
La mayoría tienen una trayectoria o una educación dentro de las artes visuales.
Desde un punto de vista estético, una de las principales corrientes en el video arte latinoamericano es la política, entendida en sentido amplio. En cierto modo es posible decir que el video arte latinoamericano ha sido un laboratorio de propuestas para probar las diferentes maneras en las que el discurso artístico se dirige a referentes políticos o puede considerarse como un discurso político en sí mismo.La confrontación del pasado y el presente es central para muchos otros artistas.
Para concluir, vale destacar que en los últimos años, un grupo de artistas argentinos ha trabajado con imágenes de los hechos violentos que tuvieron lugar tras la crisis de 2001, y algunos han recuperado la tradición del cine militante en sus videos activistas. El documental tiene una larga tradición en la filmografía latinoamericana y es aún la base de muchos artistas argentinos, como Iván Marino y Hernán Khourian.La mirada política tiene un atractivo muy diferente en los trabajos de algunos artistas jóvenes. Prefieren parodiar e ironizar a denunciar y dar testimonio, con la intención de exponer sus preocupaciones sociales y criticar estereotipos, y para esto han cultivado un punto de vista profundamente sarcástico sobre algunos comportamientos y actitudes típicamente argentinos.
Se trata de un tipo de arte que utiliza información de video y/o audio.
Se diferencia con el “cine” ya que no siempre cumple con las convenciones que se plantean en este. En el video-arte pueden o no participar actores, haber diálogos, guiones, entre otras convenciones.Se trata principalmente de un soporte de expresión artística, situado en el contexto contemporáneo. Este medio de comunicación permite introducir propuestas artísticas dentro de este nuevo formato (así como lo son las pinturas sobre un lienzo, la utilización de tecnologías permite a los.
La inserción de este nuevo arte en los nuevos medios de comunicación, permiten una nueva manera de comunicarse, y surge como un medio para comunicar y difundir las “expresiones del arte”.
Pero en los últimos años sobran motivos para decir que el video arte está en un proceso de des-definición.
Por un lado, la tecnología digital ha ensanchado su foco para confrontarlo con las nuevas formas digitales.
El video tiene que competir ahora con el net.art y los streaming media, la animación digital y los CDs interactivos.
La mayor parte de los festivales de video se han convertido en muestras de media art, ofreciendo al video como una más de sus atracciones. Y en las universidades la investigación en arte y tecnología también se ha mudado al campo de lo digital.
Por otra parte, el video ha florecido entre las artes visuales, pero su aproximación a menudo ignora la especificidad y la historia del video arte.
Los nuevos artistas visuales se mueven con soltura en el circuito de bienales y galerías, donde las video instalaciones se prefieren a las piezas monocanal, a diferencia de los video artistas tradicionales tienen dificultades para mover sus piezas.
Finalmente, la introducción del video en la industria del cine ha seducido a algunos video artistas a probar suerte en ese mundo.América Latina no es una excepción a este panorama. Las mismas tendencias se están desarrollando en el mundo del video arte regional, construido con dificultad durante los ochenta y los primeros noventa Arte y el Festival de Video del Cono Sur han desaparecido.Simultáneamente, un creciente número de artistas latinoamericanos están exhibiendo video en exposiciones individuales y colectivas en galerías y museos. Algunos de esos artistas han tenido una presencia sobresaliente en festivales, como Eder Santos y Lucas Bambozzi (Brasil), Gabriela Golder, Marcello Mercado y Charly Nijensohn (Argentina) o Manolo Arriola y Ximena Cuevas (Mexico), por mencionar sólo a unos pocos. Otros han oscilado entre festivales de video y exposiciones de artes visuales, como José-Alejandro Restrepo (Colombia), Carlos Trilnick (Argentina), Rosangela Renno (Brasil), José Antonio Hernández-Diez (Venezuela) o Lotty Rosenfeld (Chile).
Pero los artistas que mejor se mueven dentro del circuito son a menudo recién llegados, jóvenes creadores en el inicio de sus carreras o bien otros más curtidos que han empezado recientemente a hacer video.
La mayoría tienen una trayectoria o una educación dentro de las artes visuales.
Desde un punto de vista estético, una de las principales corrientes en el video arte latinoamericano es la política, entendida en sentido amplio. En cierto modo es posible decir que el video arte latinoamericano ha sido un laboratorio de propuestas para probar las diferentes maneras en las que el discurso artístico se dirige a referentes políticos o puede considerarse como un discurso político en sí mismo.La confrontación del pasado y el presente es central para muchos otros artistas.
Para concluir, vale destacar que en los últimos años, un grupo de artistas argentinos ha trabajado con imágenes de los hechos violentos que tuvieron lugar tras la crisis de 2001, y algunos han recuperado la tradición del cine militante en sus videos activistas. El documental tiene una larga tradición en la filmografía latinoamericana y es aún la base de muchos artistas argentinos, como Iván Marino y Hernán Khourian.La mirada política tiene un atractivo muy diferente en los trabajos de algunos artistas jóvenes. Prefieren parodiar e ironizar a denunciar y dar testimonio, con la intención de exponer sus preocupaciones sociales y criticar estereotipos, y para esto han cultivado un punto de vista profundamente sarcástico sobre algunos comportamientos y actitudes típicamente argentinos.
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